28/12/06

La voz del silencio

Capítulo: 10
La voz del silencio

Tengo cientos de defectos, como toda persona sobre la faz de la tierra. Algunos tenemos más, otros tienen menos. Unos son más graves y afectan a todo ser vivo que exista a nuestro alrededor, mientras que otros son más personales, y solamente atormentan al desgraciado poseedor de dicho defecto, el cual se ve incapaz de deshacerse de su carga. Y mi mayor defecto, para bien o para mal, es uno de estos últimos. Bien ya que al menos no suelo afectar a otras personas, hacerles daño o molestarles, y mal porque supone una carga en mi vida muy considerable, con la que he de vivir siempre, y que condiciona mi existencia.

Soy muy cerrado, excesivamente cerrado. No se trata solamente de personalidad, sino que lo extiendo a absolutamente todo lo que hago. No es solo que me cueste mucho relacionarme con la gente que me rodea, y muchísimo más hacer nuevas amistades. No es sólo que sea incapaz de sacar temas de conversación interesantes o de llevarme bien con mi compañero de asiento en el autobús. Además, a todas esas cosas que ya suponen una carga, se añade por ejemplo que no me gusta dar explicaciones a todo el mundo de mis motivos para hacer una cosa, muy especialmente si eso sólo me concierne a mí. Soy reticente a explicar por qué un fin de semana no me apetece salir, que he estado haciendo las últimas dos horas o cuales son mis planes para el próximo fin de semana. No me gusta dar explicaciones sobre las cosas que me afectan directamente, y sólo a mí. Y si afectan a otras personas, me gusta que los implicados lo sepan, pero nadie más. Nunca he sido capaz de comprender a aquellas personas que airean a los 4 vientos cada instante de su existencia, que desbordan extroversión por los cuatro costados. Como puede observarse, yo sólo puedo porque lo hago anónimamente.

Una vez leí en un libro que “llamar la atención consiste en convertirse en blanco de los que te rodean”, y yo siempre he sido del tipo de personas que prefieren prevenir un problema a tener que solucionarlo. Me gusta mantenerme al margen de las situaciones, controlarlas desde un rincón, apartado, sin que nadie se fije en mí. Cuando la gente sabe mucho de ti, cuando resultas tan llamativo que todos se giran para mirarte, te conviertes en sus objetivos. Cierto es que tiene su parte buena: te rodeas de personas, siempre tienes a alguien con quien contar, te vuelves popular y la gente no puede vivir sin ti. Pero por otro lado muchas de las personas que te rodean no son más que hipócritas que algún día te venderán, cuando el precio de hacerlo supere al de tenerte a su lado. Si les mantienes de lejos, si no saben apenas nada de ti, no podrán usar dicha información para perjudicarte ni dañarte.

Por eso en mi vida diaria no soy más que una pequeña persona silenciosa que pasa desapercibida ante la mayoría de la gente que convive conmigo. Resulto socialmente invisible para la gran mayoría de la gente, y es aun más complicado saber algo de mí, de mis intenciones o de mis sentimientos. Y funciona para evitarme problemas, pero tal y como he dicho ya, se convierte en mi mayor problema. Es un problema porque es desproporcionado y descontrolado.

Desproporcionado porque oculto más de lo que debería, lo suficiente como para impedirme tener una vida social decente. Son pocos los amigos que tengo, difíciles de mantener, y prácticamente imposible conseguir otros nuevos. Cuando las cosas fallan, no me queda nadie a quien recurrir. Siempre he seguido la filosofía de que si quieres algo, has de preocuparte de hacerlo por ti mismo, porque nadie se molestará por ti. Pero en muchas ocasiones has de depender de otras personas, y se vuelve muy difícil cuando no tienes a nadie de quien depender.

Y también es descontrolado, ya que es un comportamiento que no puedo evitar. No sé ser abierto, y aunque supiera no sería capaz de hacerlo. Es una forma de ser superior a mí. Para la mayoría de la gente no es difícil relacionarse es algo que se hace de forma instintiva, y pueden variar su comportamiento como consideran oportuno en cada situación. Por el contrario yo soy como soy, y me es imposible hacerme el gracioso, entablar conversación con un desconocido o divulgar información sobre mí mismo, mis intenciones o sentimientos.

Pero nadie es perfecto, y en el fondo prefiero que este sea mi mayor defecto, a ser un avaricioso, un engreído o un hipócrita.

1 comentario:

Tea Girl dijo...

Casa uno es como es, no debes reprocharte ser como eres.


Me quedo con la última línea.



Un saludo y feliz año 2007