5/12/06

Gotas caen

Capítulo: 4
Gotas caen

Me gustan estas semanas “a la inversa”, en las que los días de diario son dos y los de fiesta cinco. Y no me importa que tenga que pasarme la mitad del puente estudiando química física para un examen que tendré el lunes (y que por otro lado no puede ser más fácil), ni me importa que ahora mismo esté lloviendo sobre mi cabeza (estoy bajo el cristal de la ventana de una buhardilla). Lo de estudiar se soluciona con un poco de planificación, construyendo un horario y teniendo un reloj cerca. Lo de la lluvia es más difícil.

No me gusta la lluvia. Cuando la gente me pregunta por qué, normalmente bromeo diciendo que es porque soy soluble en agua (a los entendidos les digo que mi Kps es del orden de los millones). Hay quien no entiende el chiste, y desisten de seguir preguntando, considerándome un bicho raro a partir de ese momento. Considero la lluvia como algo molesto, la sensación de humedad y el frío que le acompañan me aletargan, me hacen sentir cansado y me apagan tanto el cuerpo como el ánimo.

Quizá este asociado a que la mayoría de las veces que ha llovido por aquí era pleno invierno, hacía frío, eran las 8 y algo de una mañana de lunes y me dirigía andando al instituto mientras me empapaba por culpa de toda la lluvia que el paraguas no evitaba. Luego en clase me sentaba en mi sitio, lejos de los radiadores, y a pasar frío por la humedad acumulada en la ropa. Aunque puede que también se deba a aquella vez que llovía a cantaros y tuve que recorrerme media ciudad bajo la lluvia sin paraguas para encontrar a mi madre y que me dejara las llaves de casa que yo me había dejado olvidadas encima de mi cama. O quizá fueron aquellas veces que salí por la tarde de mi casa cuando hacía un sol espléndido y cuando llegó la hora de volver a mi casa desde la otra punta de la ciudad comenzó a llover.

Cuando suelo hablar con otras personas, normalmente me dicen que a ellos si que les gusta mucho la lluvia. Lo que no suelen especificar a la primera de cambio es que les gusta la lluvia en verano, cuando hace calor, en un parque, tumbados en la hierba abrazados a sus parejas de turno. Francamente, a mí así también me gusta la lluvia. O en la cama calentito abrazado a mi [hipotética] pareja de turno, mientras cae un chaparrón fuera y ella se acurruca junto a mi al compás de los truenos y relámpagos. Pero la realidad es otra muy distinta, y cada vez que llueve y me tengo que ir andando (en el mejor de los casos a esperar en una parada de autobús desguarnecida), me entran ganas de meterme en mi cama, bajar las persianas e hibernar como un oso polar hasta que llegue.

Pero hay de todo en la vida, y al igual que hay bonitos y radiantes días de sol y bellas y misteriosas noches de niebla cerrada, tendré que aguantarme con los días de lluvia, seguir mojándome y aguantarme. De todas formas, al menos es bueno para el campo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

no lo habia notado... habias dejado un comentario en blog mi space blog de msn. ( wurdevoll ) ajaa por si lo olvidaste, sabes no escribo ahi hace tiempo, pero me gusto ver ese comentario ahi. ahora me toca a mi lei algunos post. y con respecto a la lluvia bueno aqui en valdivia (tampoco se de donde eres ni nada, ni tu sexo)aqui llueve mucho 10 meses creo , y no me desagrada del todo. adoro escuchar la lluvia, adoro acurrucarme con alguien escuchandola rebotar en los techos. me gusta que llueva, pero odio mojarme... odio los paraguas, odio los impermeables. y eso.!
me gustaria saber quien eres o no se de donde eres! eso . bye bye!

germanbetanzogreco@hotmail.com