1/12/06

El que pone los exámenes

Capítulo: 2
El que pone los exámenes

Lo peor de la vida del universitario es, sin lugar a dudas, los exámenes. En concreto los de asignaturas difíciles llenos de un montón de conceptos para memorizar y de mecanismos que comprender. Estos se agravan cuando en el examen caen preguntas de un tipo que no habías visto en la vida, y que tienes que resolver por tu cuenta con un poco de conocimientos y bastante imaginación. Añade que si suspendes el parcial vas al final con todo y, ya por último, son peores aun cuando has estudiado toda la materia de tres meses en 5 días, sacrificando las partes que considerabas menos importantes porque no había tiempo para ellas, o considerabas que en caso de necesidad se pueden inventar con facilidad. Hoy he tenido uno de esos exámenes.

“El que pone los exámenes” es mi profesor de orgánica, o así al menos es como se ha autoproclamado él en varias ocasiones a lo largo de lo que llevo de curso. Usa la frase para advertirnos de aquellos ejercicios que más le gustan, con el fin de que trabajemos un poco más de lo que acostumbramos, que suele ser más bien poco. Debe de pensar que si nos amenaza con ellos para el examen, los estudiaremos hasta desgastar el folio con la mirada. De lo que aun no ha debido darse cuenta es que todos los años caen los mismos tipos de ejercicios (no hay otros), por lo que una advertencia así es como advertirnos que el cielo es azul.

Por otro lado también le gusta bromear sobre lo que nos va a entrar en el examen, o darnos pistas falsas. Si por él fuera, no sólo de química nos examinábamos, sino también de latín, griego y alemán, y así nos lo hace saber con regularidad, cada vez que puede referirse a la etimología de algún tecnicismo. Más de uno la primera vez se habrá tomado la advertencia en serio y habrá acabado por darse cuenta de que era una broma cuando iba por la letra F del diccionario de alemán.

Y lo peor de todo es que a “El que pone los exámenes” le encanta engañarnos de vez en cuando. Para ello emplea dos milenarias estrategias: engaño directo y autoengaño. El primero consiste en que según esta dibujando o diciendo algo lo hace mal a propósito, y si no te das cuenta, lo dejas copiado hasta que a él le dé la gana decirte que lo tienes mal (lo cual puede ser días después). El autoengaño por el contrario consiste en que te hace una pregunta, y cuando tú la respondes mal, él continúa como si fuera verdadera. Teniendo en cuenta que apenas tienes tiempo para pasar a papel el continuo volumen de información, el fallo puede pasarse mucho tiempo sin ser detectado.

Pero pese a todo eso, no está tan mal la asignatura. Aprendo bien, las clases son entretenidas y al fin y al cabo la materia es algo que me gusta, por lo que el examen no ha tenido demasiadas complicaciones. Preguntas fáciles y no tan fáciles, pero en pocos exámenes he tenido esa sensación de saber en todos los ejercicios qué había que hacer, en lugar de actuar a ciegas por intuición, como acostumbro. Supongo que acabará saliendo con buena nota, como siempre, y podré relegar los apuntes a algún oscuro rincón de mi armario, hasta que los archive definitivamente en junio. Si es así, es un nuevo éxito en mi larga carrera.

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